¿Has escuchado hablar sobre el slow sex? Pues sí, es una nueva tendencia que nos ayuda a disfrutar tener sexo sin urgencias. A todas las edades es satisfactorio, pero después de los 50 es cuando se notan más sus beneficios.
En qué consiste el slow sex
El slow sex es la práctica sexual sin prisas, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. ¿Cuántas veces no hemos tenido un “rapidito” que prácticamente nos deja igual de insatisfechos, porque no tenemos tiempo, o porque trasladamos nuestra forma de vida a la hora de tener sexo?
El sexo requiere de dedicación, de concentración, de estar “aquí y ahora”, y en ese sentido, el slow sex nos hace sentirnos más presentes. En palabras de Raúl Padilla, terapeuta sexual y de pareja, “es el mindfulness del sexo”.
Es decir, es la capacidad de disfrutar de los besos y las caricias sin buscar la penetración, poder complacer y complacerse en el contacto de la pareja; en otras palabras, vivir el deseo sexual de manera integral.
Podría compararse con el sexo tántrico, aunque sin la técnica y la práctica de aquella forma de abordar el sexo. El slow sex, pues, consiste en pasar de la atracción sexual física a la química, dando la posibilidad de sentir placer en todas las fases, y no solo en la penetración y el orgasmo.
Con el slow sex se aumenta el placer sexual y la excitación
El deseo sexual va disminuyendo a medida que se cumplen años, y también se ve influido por la rutina que ataca a las relaciones largas. ¿Recuerdas los tiempos en que lo único que querías era tener sexo con esa persona, y todo lo relacionado con ella te excitaba?
No eran necesarios muchos preliminares, pero ya eso no es posible. El slow sex te permite disfrutar de la relación y controlar la excitación, de modo que no llegues al orgasmo más rápido, o antes de lo que esperáis.
En consecuencia, retrasar el momento de la penetración con caricias favorece que la excitación se prolongue y que se sienta aún más el deseo.
Al contrario de lo que sucede con el sexo rápido, que es una explosión de energía, el slow sex la acumula y al liberarse se experimenta un gran placer sexual, mucho más intenso.
Es una relación mucho más profunda con la pareja porque supone una disposición a la entrega y al conocimiento del cuerpo del otro, pero al mismo tiempo de autoconocimiento que promueve una relación mucho más cercana, lejos de las prácticas gimnásticas de otras épocas.
Slow sex a partir de los 50
Según el sexólogo, el slow sex es perfecto para esta etapa de la vida, y en muchos aspectos. Por ejemplo, se incrementa la atracción sexual, y en las mujeres favorece una lubricación mayor (recordemos que eso también se pierde con los años).
Es decir, prepara la vagina para el sexo coital, logrando así que sea más placentero. En los hombres, les ayuda a redescubrir su propia sexualidad más allá de los genitales y le proporciona al cuerpo un tiempo mayor de reacción.
Pero lo más interesante es que aumenta la complicidad en la pareja, lo cual al momento de tener sexo aumenta asimismo los niveles de oxitocina y serotonina, las hormonas de la felicidad, e incrementa proporcionalmente el placer sexual.